Extracto de la homilía de don Rafael

VI DOMINGO DE PASCUA (5/5/2024)

 

Quedan apenas dos semanas para terminar el tiempo pascual y el Evangelio de hoy lo podemos considerar como una especie de culminación o de recapitulación del mensaje del Señor.

Pues, como bien sabemos, si tuviéramos que resumir al máximo el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo, lo podríamos sintetizar perfectamente en esa idea de que el creyente es aquél que está llamado a amar a Dios por encima de todas las cosas, a descubrirlo como el motor fundamental de su vida; y, como dice el Señor en el Evangelio, hay un mandamiento semejante al de «amar a Dios sobre todas las cosas», que es el de «amar al prójimo como a uno mismo».

 

Los cristianos estamos llamados también a dar la vida los unos por los otros

En el Evangelio de hoy, el Señor nos invita a descubrir que en la vida de un creyente no puede faltar nunca el mandamiento nuevo del amor, pues ese mandamiento de «amar a Dios sobre todas las cosas» estaba ya fuertemente integrado en el pueblo de Israel, como vemos en el Antiguo Testamento; pero el Señor aporta algo específico a este mandamiento, y es eso que viene a continuación: «amaos unos a otros como Yo os he amado»; ahí es donde está la diferencia fundamental entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, en que nosotros no podemos amar de cualquier manera, sino que estamos llamados a amar como Cristo nos amó.

 

Nosotros podríamos preguntarnos en qué se identifica ese amor, es decir, qué es lo específico que Él nos ha mostrado. Y no tenemos más que mirar a la Cruz para descubrir qué es lo determinante y lo específico de cómo el Señor nos ha amado, pues el Señor ama dando la vida.

 

El Señor nos capacita para dar la vida

Muchas veces, vivimos pensando demasiado en nosotros mismos y podemos llegar a tener la tentación de creernos el ombligo del mundo, pensando que en nuestra vida no hay nada más importante que mirar por nuestros propios intereses, y que debemos actuar en función de nuestras necesidades, de nuestras comodidades o de nuestros deseos.

Hoy el Señor nos invita a liberarnos de muchas de esas ataduras y a hacernos tan libres que seamos capaces de no centrar nuestra vida en nosotros, sino que logremos salir de nosotros mismos para tener un verdadero encuentro con los demás.

 

Una de las cosas que podríamos pedirle hoy al Señor con sinceridad es que nos ayude a comprender que, como creyentes y como bautizados, estamos llamados a dar la vida; que aprendamos a ser generosos con nuestro tiempo, con nuestros talentos, con nuestras capacidades, y que todo eso que el Señor nos ha regalado seamos capaces de darlo a los demás.

 

De la experiencia del Bautismo nace una llamada a la Misión

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, hemos visto hoy cómo Pedro plantea a la primera comunidad creyente por qué los gentiles debían recibir también el Bautismo, puesto que habían recibido el Espíritu de Dios, diciéndoles: «¿Se puede negar el agua del Bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros lo hemos recibido?».

 

Aquí descubrimos una llamada a la Misión: estamos llamados a llevar el mensaje del Evangelio a todos, estamos llamados a que nuestra vida sea siempre testimonio del Amor de Dios; en definitiva, estamos llamados a que la gente se pueda encontrar con Jesucristo.

Y nuestra Iglesia, nuestra parroquia, nuestra comunidad parroquial está llamada a descubrir que su principal Misión es el anuncio del Evangelio y el encuentro de los demás con Jesucristo: el Único Salvador del mundo.

 

«Amaos los unos a los otros como Yo os he amado»

Ojalá, después de esta Eucaristía, el Señor suscite en nosotros sentimientos de verdadera actitud positiva y activa para ser testimonio del amor de Dios.

Ojalá que el Señor también suscite en nosotros (como bautizados) vocación al servicio, y a prestar todos nuestros talentos en beneficio de los demás y de la evangelización.

Ojalá el Señor nos dé la gracia y la virtud de vivir siempre en Comunión con Él. 

Y, para estar en Comunión con Dios, es necesario comprender que nuestra vida no puede ser una vida cualquiera, sino una vida centrada en el amor.

 

Rafael Capitas. Pbro.

parroco.laantigua@gmail.com