Extracto de la homilía de don Emilio

XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (24/9/2023)

 

(En el día de hoy, 24 de septiembre, hemos celebrado en nuestra parroquia el día de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los presos, y la homilía la ha realizado el capellán del hospital psiquiátrico penitenciario de Sevilla, don Emilio Calderón).

 

 

Esta parroquia tiene un compromiso histórico con el hospital psiquiátrico penitenciario, y la Comunidad se tiene que sentir de enhorabuena, porque el Ministerio del Interior ha concedido la medalla de plata al mérito social penitenciario a un grupo de esta parroquia que colabora allí asiduamente.

La fiesta de la Merced nos tiene que hacer reflexionar históricamente por lo que representaba la recuperación de los cautivos, y nos tiene que hacer pensar en las personas que están actualmente en la cárcel: casi todas ellas lo están justamente, pero también hay otras muchas que deberían estar allí y han salido gracias a una buena defensa o un gran poder adquisitivo.

 

El Evangelio de hoy, debería hacernos caer en la cuenta de todas esas personas que viven diariamente en una plaza como aquélla y a las que nadie quiere contratar, por las que nadie se preocupa, viendo cómo los rechazan, cómo la sociedad les ha puesto una especie de sello para que no se acerquen a ellos... Incluso las instituciones que teóricamente trabajan por ellos, habría que ver cuánto dinero se gastan en festivales, o en el propio aparato administrativo, y cuánto llega verdaderamente a los que lo necesitan...

En el Evangelio, los contratados se quejan porque los que han trabajado sólo una hora han cobrado lo mismo que los que llevaban allí todo el jornal; pero el dueño dio a cada uno lo que había acordado desde el principio, es decir, un denario, que es lo que necesitaba entonces una familia para vivir dignamente; y también quiso dar lo mismo a los que habían llegado mas tarde, pero ¿por qué criticar que quiera ser bueno con todos, o que quiera repartir sus bienes con los últimos?

En nuestra sociedad y en nuestras comunidades cristianas pasa lo mismo... Algunos se quejan porque sólo se atiende a los extranjeros, o a las personas de razas más desfavorecidas... pero ¿cómo podemos solucionar eso?

 

Nosotros, los cristianos, deberíamos buscar al Señor mientras se deja encontrar, porque podemos ser de práctica religiosa pero habernos quedado ahí, en el cumplimiento de las prácticas. Y a Dios hay que buscarlo. El Señor tiene un lenguaje que no sabemos escuchar, y para hacerlo hay que echar muchas horas... Ponerse delante del Sagrario y quedarse ahí, aunque creamos que no hacemos nada, porque Él nos habla por el Espíritu...

Estamos haciendo una religiosidad de chaqué, una Iglesia de decoración... La religiosidad popular es buena, pero no podemos estancarnos ahí. Porque podemos gastarnos mucho en las flores que le ponemos a nuestros pasos, y taparlo diciendo que tenemos también una bolsa de caridad, pero ¿cuánto nos gastamos en flores y cuánto damos a los pobres?

 

La gente pobre no sólo necesita nuestro dinero, necesita que los escuchemos, que nos preocupemos por ellos.

En la cárcel hay un gran equipo de profesionales, que se preocupan por los internos, que los escuchan... y  eso es lo que ellos necesitan. Pero a veces es más sencillo para nosotros darle un euro al que nos pide, aunque no sepamos para qué lo quiere, si se lo va a gastar en droga, o si lo han echado de su casa... pero le damos el euro y nos deja tranquilos.

 

El patrón de la parábola, pregunta a los que estaban en la plaza por qué no habían ido a trabajar, y ellos contestan que nadie los ha llamado.

Cuánta gente hay en nuestra sociedad que no existe para nosotros, que se siente marginada... y cuántos que sólo piensan en la belleza y en el vivir bien, a costa de lo que sea... 

 

En esta Comunidad hay un grupo de personas que ha adquirido el compromiso de estar al lado de los presos, y lo hace muy bien.

El Ministerio del Interior les ha concedido el diploma y la medalla de plata; eso debe ser un honor para la parroquia, podéis poner el diploma en un marco, y colgar la medalla para recordar este reconocimiento. Pero, por favor, sean solidarios también. Ese grupo de personas va al psiquiátrico en nombre de esta Comunidad, y la Comunidad se tiene que sentir responsable de ese envío.

Nosotros tenemos que hacer presente el Amor de Dios a todas esas personas a las que se está llamando a última hora a la presencia del Señor, que nos conoce y nos quiere.

La caridad no es un acto que tiene que tener un grupo de la Comunidad, la caridad es una forma de vivir. Como dice San Pablo en la carta a los filipenses, tenemos que tener los sentimientos que tuvo Cristo: Él, que siendo de condición divina, se hizo uno de tantos.

No nos preocupemos tanto por la ropa, por los colorines, sino pongámonos a la cola, como hacen los demás, para que nos consideren uno de tantos. Hagámonos respetar como personas, hagamos que todas las personas sean respetadas, en nombre de Dios; y, de ahí, busquemos los sentimientos de Cristo, que muchas veces nos quedamos vacíos...

 

Os felicito de corazón a la Comunidad.

Pidan a la Virgen de la Merced por los presos, que son muchos, y no son más porque el Estado les impone servicios a la Comunidad, en lugar de mandarlos a la cárcel, para ahorrar en su presupuesto, pues una cama en la cárcel cuesta casi lo mismo que una cama en un hospital.

 

Pidámosle al Señor que llegue a lo profundo de cada uno de nosotros, y a la Virgen de la Merced que acompañe en su soledad a todas esas personas que se sienten solas, dentro y fuera de la cárcel, porque nadie ha contado con ellas, porque no las han contratado ni a última hora...

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